Solo existe una diferencia entre los espárragos trigueros y los espárragos verdes: los primeros son silvestres y los segundos se crían en cautividad, pobrecitos... vamos que se cultivan.
Gracias a eso, todo el año tenemos espárragos sin ser en conserva pero no son trigueros. Me cuesta distinguirlos aunque seguramente la mayoría de los que se venden en ciudad como trigueros, no lo son.
Tienen muchas propiedades así que hay que aprovechar esta época del año para consumirlos puesto que se encuentran con más facilidad (ya sean verdes o silvestres).
Una buena opción para cenar es la que encontré navegando y que propongo hoy, como siempre sencillita:
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10 espárragos verdes por comensal (y si son trigueros mucho mejor)
2 o 3 lonchas de bacalao ahumado por gorrón
2 o 3 champiñones laminados por hambriento
2 tomates maduros
1 limón
1 cucharada de aceite de oliva
Pimienta blanca
Perejil seco
Tomillo seco
Sal
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Se corta la base de los espárragos si está dura, se lavan (los espárragos, no las bases) y se cuecen 5 minutos en agua que previamente se ha llevado a ebullición. Se escurren y dejan templar (si no existía el verbo, ahora sí...).
Aprovechando el agua caliente de los espárragos, se escaldan los tomates previamente lavados y a los que se hacen varios cortes en la piel. Dos minutos y fuera. Así se pelan sin problema. Se trituran para que quede una salsa solo de tomate.
Si el bacalao viene en aceite, como es el caso del que uso (sold by Mercadona), se escurre antes de cortarlo.
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Ya se puede emplatar por este orden: una base de tomate, lonchas de bacalao, láminas de champiñones y espárragos.
Para rematar, la vinagreta mezcla de zumo del limón, aceite de oliva, sal, pimienta, perejil y tomillo. Se reparte sobre los espárragos y listo para comer.
No hay que olvidar rebañar el plato: este tomate está buenísimo con pan.
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¡Buen provecho!
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