Son tiempos duros y la economía aprieta así que toca recurrir a platos sin mucha floritura. Bueno, no es ese el motivo de hacer esta receta, realmente es por lo rica que está con lo fácil que es. Con las patatas a lo pobre pasa algo parecido al fenómeno del gazpacho: con lo simple que es se pueden encontrar cientos de versiones. Pero siempre es la misma base: patata y cebolla. Yo me quedo con la versión más simple y le añado pimiento rojo, que todavía no estamos en bancarrota.
2 patatas
1 cebolla
1/2 pimiento rojo
1 diente de ajo
2 cucharadas soperas de vinagre de xerez
Aceite de oliva
Sal
Las cantidades son para dos personas y dan justo para que la cazuela no esté tan apretada como el metro en hora punta.
En una cazuela de barro se echa un chorrito de aceite y, cuando esté caliente y con fuego medio, se echa la cebolla en juliana. Se deja pochar tres minutos y se añade el pimiento rojo cortado en tiras y una pizca de sal. Se deja cinco minutos más pochando.
Las patatas se lavan, pelan y cortan en rodajas de, como mucho, un centímetro de grosor. Se remueve el contenido de la cazuela y se cubre con las patatas. Se salan y añade un chorrito de aceite.
Se dejan tapadas y con el fuego bajo durante media hora. Mientras tanto, se pica el ajo y se deja macerar con el vinagre. Pasada la media hora, se remueve el contenido de la cazuela, si están duras se parten para que terminen de hacerse, y se les echa el vinagre con el ajo. Se remueve y se dejan otros 10 minutos al fuego tapadas.
Y ya tenemos unas patatas a lo pobre... con pimiento. Solas o como guarnición son estupendas. Qué digo, estupendísimas.
¡Buen provecho!
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