El año pasado ya hice un salmorejo con manzana para evitar el uso de pan. No es que no me guste el pan pero normalmente se usan panes industriales así que mejor si se pueden usar ingredientes que nutran el cuerpo de manera más sana.
Que no, que no digo que el pan no sea cosa buena pero tiene que ser pan del bueno, con ingredientes de calidad y eso es dificilísimo de encontrar.
Volviendo al salmorejo de hoy, se pueden usar tanto avellanas como almendras, cada cual que escoja pero siempre crudas.
Vamos a ello, para dos personas.
5 tomates de rama (si son tipo pera tendrán que ser más por el tamaño)
2 dientes de ajo (porque nos gusta fuertecito, si no uno)
30 grs. de avellanas crudas (puede variar, ya veréis el porqué)
Aceite de oliva virgen extra
Vinagre de xerez
Sal
1 huevo duro
Jamón ibérico
Tan fácil como lavar los tomates y meterlos en el recipiente para triturarlos (sea batidora, sea thermomix, sea vaso de triturar). Se trituran y se añaden los dos dientes de ajo pelados y sin la parte central para evitar que repitan durante todo el día.
Las avellanas se van añadiendo poco a poco y triturando hasta que quede el espesor deseado, por eso comenté antes que los 30 gramos eran aproximados. También se tiene que triturar hasta que quede el granulado que se quiera. Si no gusta encontrar los trocitos, mejor es picar las avellanas solas antes.
Por último aceite, vinagre y sal al gusto. Al gusto porque se tiene que ir probando, al menos para mi es necesario, supongo que con los años no lo necesitaré pero ¿quién ha hablado de necesidad y no de placer?
Todo triturado ya puede ir a la nevera dos horas para que coja más sabor al ajo y para que enfríe.
Se emplata el salmorejo, se ralla medio huevo por encima en cada plato y se reparte el jamón en trocitos.
Tengo que reconocer que me gusta más que el salmorejo de manzana pero es porque me gustan mucho los frutos secos. Variar es lo mejor.
¡Buen provecho!