Hasta el año pasado no me gustaban las alcachofas, creo que ya lo he comentado en más de una ocasión. Pero el ser humano es cambiante, bueno, al menos pienso que debería serlo, si no no evolucionaríamos. Ya me voy por las ramas, vuelvo a las alcachofas.
Se pueden comer de muchísimas maneras pero nunca viene mal tener un repuesto para los imprevistos. De ahí el tener conservas. Y mucho mejor conservas hechas en casa. El primer experimento: alcachofas en aceite.
Solo necesitamos:
Alcachofas
Zumo de 1 limón
Más o menos
50 cl. de aceite de oliva
10 cl. de vinagre de vino blanco o xerez
Sal
2 litros de agua
Las alcachofas se van a conservar en un tarro de vidrio así que se usan tantas como quepan. A tener en cuenta que solo se van a usar los corazones.
Se lavan las alcachofas, se quitan las hojas de fuera hasta llegar a las tiernas, el corazón, y se cortan en dos o cuatro partes, dependiendo del tamaño. En un bol grande se echa un litro de agua y el zumo del limón y se ponen a remojar las alcachofas una media hora.
Se pone otro litro de agua al fuego junto con el vinagre y la sal. Se escurren las alcachofas y se echan en el agua hirviendo para dejarlas cocer a fuego lento unos diez minutos. Pasado este tiempo se sacan del fuego, se escurren y se dejan enfriar sobre una rejilla o un paño.
Una vez frías, se rellena el tarro de vidrio alternando alcachofas y aceite. Se cierra y se guarda en un lugar fresco donde no le de mucha luz.
Estupenda conserva muy fácil de hacer y viendo como están en Chipre, a lo mejor es bueno tener una buena despensa...
¡Buen provecho!